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No entraré en detalles, solo quiero destacar dos aspectos que me llamaron la atención
1. El hecho que de el optimismo se puede contagiar (al igual que el pesimismo). Es como una reacción en cadena.
2. Nos podemos entrenar para ser más optimistas. Con acciones sencillas como por ejemplo:
- Hacer el ejercicio de agradecer cada día tres cosas que tengamos o tres momentos agradables del día.
- Centrarse en lo que se tiene, en lugar de lo que falta (salud, tiempo libre, piernas para caminar, ojos para ver)
- Darse cuente de las cosas que sí funcionan en lugar de las que no o que funcionan mal.
Y la invitación fue practicar algunas acciones para aumentar o mejorar el optimismo. Yo me decanto por el agradecer no solo tres cosas positivas, sino todo lo que podamos vivir en el día, incluso las cuestiones o situaciones desagradables y preguntarnos ¿Qué tengo que aprender de esto? Pueda que al final nos traiga algunas ventajas esa experiencia. Hay que estar alerta ;-)
Así mismo, me gustó uno de los vídeos recomendados, en los que se destaca que, en general, somos demasiado optimistas y no tomamos ciertas previsiones por ejemplo, en cuanto al tiempo que nos puede tomar hacer una tarea, en tener expectativas de ingresos económicos más altos que los reales, o incluso en un tema tan real y natural pero del que no se habla como la muerte.
Somos optimistas por naturaleza - neurociencias
Adicionalmente, dejo por aquí una entrevista al padre de la Psicología Positiva Martin Selligman, entre las cuestiones que señala esta:
Lo que necesitamos durante el confinamiento y tener el virus es estar alegres, sonrientes, bailar, divertirse.
Lo que necesitamos después de reiniciar las actividades es esperanza y optimismo.
Entre sus técnicas destaca:
Hay que enseñar a enfrentar los pensamientos más catastróficos. Y luego argumentar de forma realista contra esos pensamientos catastróficos.
Muy recomendable
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